Estos aparatos han ido ganando popularidad con base en el crecimiento de la demanda de los productos cárnicos suaves y con mayor sabor. Su empleo se ha intensificado en las últimas décadas con productos que se han vuelto básicos en un menú, como es el caso de la arrachera marinada.

El proceso consiste en expandir el producto cárnico, para que las células y tejidos que los componen estén expuestos a la marinada. Las microfibras y los tejidos conectivos se rompen, obteniéndose de este modo, mayor suavidad. La penetración de la marinada, sin importar el tipo, se logra con la constante exposición y movimiento que se logra en el receptáculo.

Existen marinadores que generan un vacío, de este modo se puede introducir con mayor potencia la marinada hacia los tejidos cárnicos También los hay con control de temperatura, por lo que se puede realizar una marinada en frío, cuyos efectos varían si la temperatura aumenta.

Aquéllos que buscan sabores diferentes y una suavidad mayor a la que normalmente debiera presentar un determinado producto cárnico, suelen ser grandes defensores de este proceso.

En tanto, que la oposición se queja de una exageración en la adición de sabores, así como de texturas demasiado suaves que se alejan mucho de lo que realmente significa consumir carne.

Cualquiera que sea la postura, en un mundo donde los gustos varían de manera polar, es posible encontrar seguidores de ambos bandos en donde las preferencias decidirán si estos procesos pasarán a la historia o seguirán con nosotros.